Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Emociones sin emoción
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Crónica Valencia. 2ª Feria de Fallas

Emociones sin emoción

María Vallejo

Tres palabras valdrían como crónica de lo acontecido hoy en la capital del Turia: emociones sin emoción. La tarde, en la que se anunciaban tres diestros con grandes ejemplos de vida a las espaldas y una ganadería que hasta no hace mucho fue sinónimo de casta (sí, ha leído bien: fue), no ha dejado más que instantes conmovedores y pinceladas artísticas. Detalles efímeros que corrieron a cargo del coraje de Padilla, la recuperación de Escribano y el toreo dormido de Curro Díaz. Pero faltó emoción. Y faltó porque el más importante, el que siempre tiene que estar, ha faltado: el toro bravo. No se puede decir que la corrida de Fuente de Ymbro, desigual y mal presentada, haya sido mala en la literalidad del término, pero tampoco hay nada en ella que resaltar más allá de un “ni fu ni fa”. Y la indiferencia es un mal aliado en esto del toreo.

El primero de la tarde, de nombre Hortelano, salió del caballo suelto y con la boca abierta, mostrando ya desde entonces su manifiesta falta de fuelle. Después de ser banderilleado por Juan José Padilla con más artificio que ortodoxia, llegó a la muleta del Pirata cabeceando y a la defensiva. Padilla, que tragó más de un tornillazo que muchos no vieron, consiguió alargar la embestida descompuesta del manso y torearlo en redondo sin grandes apreturas antes de pasaportarlo con una estocada caída, que desató una petición de oreja desatendida por el presidente. El burel, que tuvo por únicas cualidades obediencia y humillación, fue aplaudido en el arrastre. Es aterrador ver cómo una plaza de primera aplaude a un toro que arrastró la lengua durante toda la faena, así que, para no llevarme las manos a la cabeza, me lo tomaré como entremés tragicómico representado por el público fallero. El cuarto, que no se empleó en ninguno de los tres tercios, fue un toro manso, de lentas embestidas, que gustaba de quedarse parado a mitad del viaje, lo cual aprovechó para prender al Ciclón de Jerez y protagonizar el momento más angustioso de la tarde. Con sendas cornadas en el muslo y la axila y un fuerte varetazo en el tórax, Padilla se levantó del albero sin mirarse, finalizó su labor con entereza y pasó a la enfermería por su propio pie tras pasear la oreja de su oponente. Nunca entenderé eso de premiar con las cornadas con apéndices, pero si como diagnóstico esperan leer cómo le mando a la retirada, por favor, pasen al siguiente párrafo. Por efectista y limitado que sea toreo, el pundonor de un torero que en esas condiciones se tira a matar detrás del estoque es merecedor de un profundo respeto y admiración.

El segundo en salir por toriles fue Sabueso, un toreo feo y de infame presentación, que ya desde la simulada suerte de varas advirtió de que no estaba dispuesto humillar. Y como también en esto de los toros suele cumplirse eso de que la cara es el espejo del alma, la embestida rebrincada y sin clase y con la cara alta del animal no permitió ver más que el torero inicio de faena de Curro Díaz. El de linares dejó claro que, como buen torero de arte, alterna el toreo desmayado con la versión ventajista y desajustada que mantuvo frente a su primer oponente. Pero no todo estaba perdido. Curro brindó a Valencia el quinto de la tarde y empezó la faena en tablas con unos doblones de sublime torería. Ya en el centro del ruedo, encajó los riñones para recetar al burel una tanda de derechazos lentos y naturales que terminaron por tanto crujir a los tendidos, como al astado. La poderosa muleta del linareño acabó con el poco fuelle que quedaba en el manso Fuente Ymbro. Después se llegaron muletazos intrascendentes, media estocada caída y una oreja muy barata. Aún así, ¡qué bárbaros fueron esos primeros derechazos!

Manuel Escribano vino al coso de la calle Xátiva para reencontrarse con su yo torero, tras una cornada que le mantuvo nueve meses alejado de los ruedos. Todo estaba tal y como lo dejó. Escribano sigue siendo el mismo torero dispuesto pero limitado en lo artístico. Volvieron esos meritorios y ajustados pares de banderillas que suscitan antes el “ay” que el “olé” en los tendidos. Muleteó con solvencia a su primer toro, que repitió en la franela con embestidas moribundas que nunca llegaron a tomar vuelo; y, tras recibir a porta gayola al último de la tarde, lo persiguió sin lucimiento por los distintos terrenos en los que el marrajo buscó las tablas tras sentirse podido. Remató la tarde de su reaparición con un doloroso bajonazo, como consecuencia directa de una deshonesta ejecución de la suerte suprema. Incomprensiblemente, el público sacó los pañuelos para pedir una oreja que, de haberse concedido, hubiera sido tan barata como el resto de apéndices otorgados.

¡Valencia, me dueles!

 

  • Plaza de toros de Valencia. 2ª de la Feria de Fallas. Media Plaza. Se lidiaron seis toros de Fuente Ymbro. Corrida desigual y, en líneas generales, mal presentada. Noble y flojo el 1º; desclasado y manso 2º; noble y sin transmisión el 3º; manso y mirón el 4º; noble y sin motor el 5º; y noble en la manso y rajado el 6º.
  • Juan José Padilla: vuelta al ruedo con petición tras aviso y oreja tras ser cogido.
  • Curro Díaz: ovación con saludos y oreja.
  • Manuel Escribano (reaparición): ovación con saludos y ovación con petición tras aviso.

Parte médico de Juan José Padilla: Cornada en cara anterior externa del muslo derecho con dos trayectorias. Una transversa de unos 15 cm. que perfora y sale por cara externa del muslo y otra ascendente de unos 20 cm. que discurre entre músculos sartorio y recto anterior, lesionando fibras longitudinales del sartorio dejando íntegra la fascia lata. Otra cornada en tórax izquierdo que diseca el pectoral mayor sin lesionarlo, de unos 15 cm. de longitud que llegó hasta región axilar. Pronóstico: grave Se traslada al herido al Hospital Casa de la Salud de Valencia. Fdo. Dr. Cristóbal Zaragoza.

 

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