Por el piton derecho
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Expediente Fallas
Opinión. Análisis de la Feria de Fallas

Expediente Fallas

Darío Juárez

Es llegar el mes de enero y el orbe taurino empieza a dividir sus fines de semana de febrero, según sus intereses, en torno a Ajalvir, Valdemorillo y Vistalegre. Antesala de la torerista Olivenza, Castellón y Valencia, primera feria de primera categoría. Bueno, hasta la fecha lo era. Y así era porque siempre tuvo definido su toro, que por mucho equipo veterinario nuevo que entrara o por mucho público que haya sustituido al aficionado de pro, siempre preservaba su identidad. Se han cargado esta feria. Todas las partes adyacentes a ella han conducido a esta plaza a lo más divergente en cuanto a criterios se refiere. Nadie sabe ya cuál es el toro de Valencia. El trabajo del nuevo equipo veterinario ha sido insultante, incomprensible hasta para los propios ganaderos y vergonzoso a más no poder para dignarse a firmar los partes.

Trabajar han trabajado a destajo, eso sí. Todos los días ha habido baile de corrales y se han sustituido toros por otros que han salido inválidos, sin trapío, mal hechos, sospechosamente algunos manipulados de pitones y con una presentación tan indecente como vomitiva. Así pues: ¿Hasta qué punto pierde la personalidad un ganadero cuando su ganadería, que es un laboratorio de bravura y una maquinaria permanente de criar toros, va a Valencia y le rechazan cinco? A mí que me lo expliquen...

Tras el triunfo a sangre y gloria de Román con la corrida de Jandilla el día anterior, apareció por Valencia el novillo del Puerto de Santa María convertido en el de una plaza de primera como ésta y con el hierro de El Freixo. Lo de El Juli salió manso, pequeño y vacío de todo. Por otro lado, una novillada manejable de Fernando Peña se dejó para que Jesús Chover abriera la primera puerta grande del ciclo.

El primer baile de corrales no se hizo esperar. Del camión bajaron diez toros de Alcurrucén, fueron aprobados cinco y un remiendo de El Ventorrillo completó el encierro. La corrida salió entre dos aguas. David Mora cortó una oreja al alegre y entregado Economista y Álvaro Lorenzo dejó una faena de gran firmeza.

Una de las corridas con más puntuación en cuanto a juego fue la de Fuente Ymbro. Sin ser excelente de presentación, ni mucho menos, tuvo sus hilos que entremeter siendo José Garrido y su mano izquierda los que levantaran una tarde de aborrecidos pasajes técnicos de Juan Bautista y un intento sin triunfo de Daniel Luque.

Las figuras hacían acto de presencia y la corrida plomiza reseñada de Núñez del Cuvillo quedó salvada por un gran tercero llamado Rosito, que hizo las delicias al verlo moverse y embestir. Roca Rey le reprodujo una faena de detalles de tauromaquia moderna, convenciendo y cortando las dos orejas tras una gran estocada. Castella, avasallado y sin recursos; mientras Manzanares tocó pelo tras una estocada de libro.

La gota colmó el vaso el sábado. Seis con reseña y tipo para Valencia. Se aprueba uno y Justo Hernández manda otros ocho. Segundas remesas de animales infames no aptos para la lidia en estas plazas. Misterios ocultos sobre el criterio del equipo veterinario de la plaza y una dosis de mansedumbre altamente cotizada. Ponce cortó dos orejas tras una tarde pesada y con un protagonismo bochornoso del palco. Un Talavante ausente no refrendó su, hasta ese momento, gran inicio de temporada.

Cayetano había sido cogido y la sustitución, sin ninguna necesidad, la aceptó Ponce. De nuevo puerta grande en una faena estética y muy artística ante un animal dócil, obediente y con aptitudes de borrego. López Simón aceleró su plan renove saliendo a hombros también, mientras que Perera desaprovechó, utilizando un toreo amplio y rico en ventajas, el alegre son del quinto de una corrida de Juan Pedro Domecq de ocho toros. Lastrados, birriosos, sin trapío ni seriedad y, por supuesto, sin casta alguna.

El broche de oro lo puso Antonio Ferrera en una faena de tintes añejos y cadencia inigualable ante un buen toro de Victoriano del Río. La maestría por bandera y la exposición como lo natural del ser. Corrida en escalera que se movió aunque le faltaron finales.

La conclusión la saca el toro. Se ha vilipendiado la integridad y el respeto a la categoría de una plaza al aprobarse animales que no representan lo que pide y paga el aficionado de Valencia ni el que contrata las ferias para verlas en la tele en casa. Se ha jugado con la idiosincrasia de una feria de primera convertida en un volcán de triunfalismo rápido y sin dar lugar al beneficio de la duda, opinando también sobre el toro. Valencia necesita renovarse, volver a adquirir esa identidad propia y que de esa bocanada de aire taurino que desprende la Albufera cada mes de marzo vuelva a resurgir esa afición exigente y decidida a apostar por la bravura, la emoción y, por supuesto, la decencia.

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