Rápido, lineal y sin emoción alguna fue la descripción del encierro de Jandilla en la mañana de este miércoles. Cinco bóvidos con el hierro de la estrella y uno con el de la automovilística Mercedes de Vegahermosa eran enchiquerados para ser sorteados en favor de la octava del abono sanferminero y de los espadas, los cuales fueron agraciados con un buen toro para cada uno. 1°, 6° y el gran 5° de nombre Torbellino, desorejado por la poderosa y maciza técnica de un Juli que ya había hecho bueno previamente al soso 2°, al que le cortó otra oreja tras una infame estocada.
A la familia del recordado Borja Domecq se le hacía entrega en la mañana de hoy del Premio Carriquiri por el toro más completo de los pasados sanfermines, como fue aquel Rufián lidiado por Talavante. El año próximo, posiblemente, vuelvan a recogerlo por Torbellino. Ese negro cinqueño estirado y con cuello, con el que el Juli ayudó a Pamplona a hacer la digestión de las copiosas meriendas que se meten cada tarde entre pecho y espalda, rompió la tarde y la feria. El madrileño ya había conseguido una oreja después de un navajazo trasero y tras haber hecho bueno, como decía, a ese sosito 2°, al que fue sobando y abriéndose con él al paso hacia los medios con la parsimonia de un jubilado en bañador con la huevada en ascendente, regando los rosales del jardín a las cuatro de la tarde en pleno julio.
Pero el torbellino con Torbellino estaba por llegar. Ni siquiera cumplió en varas, pero el fondo del toro iba cada vez a más, a medida que avanzaba la lidia. Y fue en la muleta enrocada de El Juli donde su clase y su fondo salieron a flote, donde nadaba en cada largo de esa piscina infinita y al hilo que Julián le ofrecía en calma para bucear a placer, tocar la boya y volver tras coger aire. Con media muleta le llevó a besar el fondo por el derecho en dos series que le arrancaban de cuajo los olés a la monumental navarra. Y el molinete rodilla en tierra que le pidió el cuerpo en los medios. Dos tandas con la mano izquierda: la primera, descaradamente hacia fuera y la última, a pies juntos, dando oxígeno al toro antes de enterrar el acero a su manera entre gritos de "¡torero, torero!".
Juli (im)puso el mando y la cordura, pero Cayetano aterrizó en Pamplona a poner lo que tiene. Y que nadie le obligue a más. Por eso se entiende tan bien con esta plaza que tanto se deleita con la pirotecnia y los desplantes, aunque con ello se desplante al valor que debiera darse siempre en una plaza de primera al toreo fundamental. Además de matar bien, por supuesto.
Se había echado de rodillas a saludar a ese 3° que ya salió del caballo marcando la querencia hacia tablas y todavía se sentó en el estribo para iniciar la faena. Le faltó pegarle dos tandas dentro del callejón (...) Más allá de la segunda raya, el toro no decía nada, pero su matador menos. Salvo los desplantes y los redondos invertidos como ascua que encendiera la paja, que acabó prendiendo con la estocada y la oreja que ésta trajo consigo.
Sin embargo, el despropósito triunfalista llegaría en el último. Un animal con menos profundidad que el 5°, pero con más clase que un colegio para regalarte veinte embestidas y que romperte con él. Y Cayetano lo hizo, pero de rodillas, al final de la faena y sin solución de continuidad cuando sus ortopédicas maneras no habían pegado previamente un solo muletazo como mandan los cánones. Otro raro espadazo de los suyos -un día va a pinchar y se va a comer la empuñadura- y otras dos orejas de chiste, como muchos dobles trofeos de esta feria.
Volvía Ferrera a Pamplona después de la encerrona de Miura del pasado año a beneficio de la MECA, para toparse con un buen toro 1° que fue rompiendo a más y al que no cuajó, pues era de premio gordo. Supo sobarle y llevarle templado y en cortó por el derecho, que era el mejor pitón del toro, pero ni lo apretó ni supo aprovecharlo para conformar una faena. Por el izquierdo tendía a puntear al final del trazo, pero el extremeño tampoco se lo corrigió. El descastado y manso 4°, directamente, no sirvió.
Ficha del festejo:
Monumental de Pamplona. 8ª de La Feria de San Fermín. Lleno. Se lidiaron 5 toros de Jandilla y 1 de Vegahermosa (3°), al límite de la presentación de esta plaza; con opciones para el triunfo 1°, 6° y el gran 5°.
Antonio Ferrera, de blanco y oro. Silencio en ambos.
El Juli, de gris plomo y oro. Oreja y dos orejas. Salió a hombros por la puerta del Encierro.
Cayetano, de rosa y oro. Oreja y dos orejas. Salió a hombros por la puerta del Encierro.