Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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La tómbola
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Crónica Madrid. Goyesca del 2 de mayo

La tómbola

Leo Cortijo

¡Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto! De un tiempo a esta parte, la plaza de toros de Las Ventas se ha convertido en una auténtica tómbola. Es una tendencia cada vez más palpable y sonrojante. La falta de crédito y prestigio del palco venteño sigue en caída libre por un pozo que parece no tener fondo. Día sí y día también regala trofeos como el feriante que sortea una batidora, un televisor o un peluche gigante. ¿Y a quién le tocó esta vez el premio especial de la Goyesca del 2 de mayo? Pues a Espada, que paseó una oreja no sé muy bien todavía por qué. Una oreja en Las Ventas, nada menos. Para lo que hemos quedado. La tómbola, ya digo. Ni éste, ni Cristian Escribano, ni Ángel Sánchez pudieron hacer grandes cosas frente al descaste, la sosería y la mansedumbre en barrena de los pupilos de José Luis Pereda. ¡Qué sopor de tarde! Pesó más que el camión que carga con la tómbola de feria en feria, que no te creas que no pesa… Menos mal que por allí anduvieron Raúl Cervantes e Iván García rehileteando. De lo poco que llevarse a la boca.

El serio y con plaza Temeroso partió la vara y se coló entre las patas del caballo de picar en el primer encuentro, armando un lío. En el segundo empujó y de mala manera el varilarguero castigó en exceso. En banderillas anduvo soberbio Raúl Cervantes, cuadrando en la cara y saliendo en torero. Como en torero inició labor muleteril Cristian Escribano, con doblones y alguna trincherilla notable. Lo que bien pintaba de inicio por el buen son del toro, pronto y con transmisión, se fue apagando poquito a poco hasta desembocar en la nada. El descastado noblón solo valió para alargar un trasteo en el que el matador terminó por contagiarse de la apatía del animal. El espadazo, al sótano. Con su segundo, Carnerosa, se vieron mejores compases de toreo, en tanto y cuanto el de Pereda tuvo un poquito más que sus hermanos. En el país de los ciegos el tuerto es el rey. Escribano anduvo muy asentado y firme, dibujando pinceladas sueltas meritorias. Con todo, al burel le faltaron finales, boyantía y entrega para que todo resultara más compacto. La obra no terminó de romper y se acabó diluyendo. La estocada, aunque perdiendo la muleta, fue de premio.

Con el ofensivo aunque vareado Roedor, que se tapó por la cara, se nos negó la posibilidad de verlo en varas. El de banderillas tampoco fue el mejor tercio de la historia… Con estatuarios entre las rayas comenzó a cimentar su labor Francisco José Espada, que sacó del letargo al público con un cambiado por la espalda de inverosímil factura. El de Fuenlabrada alternó los dos pitones del animal, aprovechando el menos malo de los dos, el izquierdo. Al pereda le faltó casta por un tubo, pues a lo único que accedió fue a dejarse trastear. Y eso cuando lo hizo… Ante semejante saldo, el coleta anduvo dispuesto, firme y voluntarioso, aunque por momentos pecó de falta de determinación y poder. Como la espada fue efectiva, aunque no cayó en el sitio perfecto, paseó la oreja del pueblo. Una oreja que vale lo que vale y que tiene el peso que tiene… El quinto de la tarde, Pensaíto, fue al relance en los dos encuentros con el peto. Al público brindó un parlamento al que le costó un mundo arrancar, sin atacar de inicio. Y ahí ya empezó mal la cosa. Todo lo que planteó el fuenlabreño, aunque con buenas intenciones, resultó desdibujado y sin una idea clara de composición de faena. Aunque dispuesto, transmitió dudas y falta de mando. Acortó espacios ante la inoperancia del contrincante, muy venido a menos. Se lo protestaron, como el muy deficiente espadazo.

La salida de Valverdeño, muy encogido, no fue la más convincente y parte del respetable lo protestó. Tras la brillantez de Iván García con los rehiletes, Ángel Sánchez quiso comenzar con torería, pero afeó un tirón que dejó al toro en la arena. A partir de ahí, y debido al prácticamente nulo fondo del burel, descastado y soso, el madrileño tuvo que hacerlo todo él. Buscó siempre la colocación y la ortodoxia en su muleteo, y así logró algún pasaje meritorio, con cuentagostas, con la siniestra. Con todo, su parlamento resultó deslavazado y tuvo muy poco eco arriba. El que cerró plaza, Valiente, porfió de manera mentirosa en varas, saliendo de najas tras sendos encuentros. A partir de ahí, la nada. Los muletazos, sueltos y sin nada que llevarse a la boca, no llegaron al puerto deseado. Ángel Sánchez no pudo más que justificarse con el vacío y mansito animal, muy afligido en el último tercio. El joven y poco rodado espada, totalmente ofuscado, se atascó tristemente con la tizona.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Tradicional Corrida Goyesca del Día de la Comunidad. Algo más de un tercio de entrada (8.395 espectadores) en tarde soleada y agradable. Se lidiaron seis toros de José Luis Pereda, desiguales de presentación. A menos el descastado y noblón 1º; se dejó sin transmitir el insulso 2º; descastado, soso y afligido en la muleta el 3º; descastado y a menos el reservón 4º; a menos el descastado y áspero 5º; y vacío el manso y afligido en la muleta 6º.
  • Cristian Escribano: Silencio y vuelta al ruedo tras aviso.
  • Francisco José Espada: Oreja y ovación con saludos tras aviso.
  • Ángel Sánchez: Ovación con saludos y silencio.
  • Raúl Cervantes saludó una ovación tras parear al primero e Iván García hizo lo propio en el tercero.

 

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