Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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La vulgaridad es para otros
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La vulgaridad es para otros
La vulgaridad es para otros
Crónica Valencia. 4ª de la Feria de Fallas

La vulgaridad es para otros

Darío Juárez

No llega a dos años desde que Pablo Aguado tomara la alternativa en su Sevilla natal y ya es un torero contrastado, que no consagrado. Todavía le queda, ya lo creo. Sin embargo, tiene lo que muchos sueñan y pocos consiguen: el duende del toreo. Un clasicismo moderno y ponderoso que respira arte por los cuatro costados, ayudado de una gran técnica que hace decirse a sí mismo que la vulgaridad es para otros. En base a ello, este pensamiento se ha podido contrastar con su compañero de cartel, Luis David Adame, que no ha sabido o no sabe realmente dejar a un lado las ganas de comerse el mundo para ponerse a torear un poquito. Por su parte, la técnica depurada de Álvaro Lorenzo cayó en saco roto debido a la mala suerte para con su lote, en un encierro de Alcurrucén descastado, blando y muy venido a menos. Siete toros fueron devueltos al campo tras no pasar los controles veterinarios, además de estar tocados de pitones alguno de los lidiados.

Con un colorado inválido tuvo que tragar Valencia por otra incompetencia más de un palco. Tercero de la lidia ordinaria y correspondiente al sevillano Pablo Aguado, que rompía el paseíllo destocado. Supo no lamentarse pronto pese a la lesión que portaba el toro, esperanzado por el fondo de Núñez con el que poder llevar a cabo su toreo. Había humillado mucho en el capote, llegando al inicio de faena con esa virtud y topándose con la torería y los remates templados a media altura que le propuso su matador. En la segunda serie bajaron las musas. El animal poseía una embestida para paladear el toreo como lo hizo con la izquierda, acariciando el estaquillador y dejando el pecho en la jurisdicción del embroque. A medida que pasaba la faena, el ajuste de la misma era cada vez mayor. Sin violencia, organizado, medido y nada para la galería. La estocada fue caída, sin ser óbice para pasear el único trofeo de la tarde. Aunque no debe ser así, la tarde de Aguado ahí quedó. Con el sexto se presagió algo que finalmente quedó en una hipótesis. Un tacazo que hacía último, con 620 kilos en su haber y que quiso colocar la cara en el capote de Carretero, sobre todo por el derecho. Todo apuntaba a que serviría para redondear la tarde del sevillano, pero no fue así. El toro, que de por sí era tardo, empezó a soltar la cara y a sacar un fondo inesperado.  A Codicioso le costó acoplarse con su matador. Y, viceversa, también.

Con gesto desafiante y rabia contenida saludaba al palco Luis David Adame tras el arrastre del quinto. Y es que el torero dio todo lo que tuvo y no se le puede pedir más. Bueno sí, se le puede pedir que toree pero eso ya son palabras mayores y algo de lo que no entiende. Como a su vez la mayoría de aficionados que no se explican qué hace el hidrocálido en todas las ferias. Lejos de ello, la tarde del mexicano fue un sopor. Pases, pases y más pases que se fueron como vinieron. Repertorio a raudales, ganas incontestables pero no todo vale cuando uno se pone el vestido de torear. Sí, de torear. Sin ser bravo, el quinto se puede decir que resultó interesante y que se fue con las orejas puestas. Feo, ensillado y tocadito, despachó movilidad y fondo para dar y tomar. Luis David, a lo suyo. Con su toreo lineal y vaciando todos los muletazos hacia fuera, no logró hilvanar una tanda con verdad. Con el segundo tocó el techo del destoreo, salvando la gran estocada recibiendo que dejó y apuntando el primer par de Miguel Martín.

Tercera tarde de Álvaro Lorenzo en Valencia como matador de toros y tercera tarde con lo de Alcurrucén. Mala suerte en el sorteo para el joven toledano, que una vez más supo demostrar la técnica tan depurada que tiene debida a su extensa formación por los pueblos. Muy por encima de un lote manso y sin casta, al que trasteó de manera afable, con mucha seguridad y siendo muy benévolo con ambos. Toros apagados y sin fuerza que se quedaron muy por debajo de un simple alamar del joven torero.

 

  • Plaza de toros de Valencia. 4ª de la Feria de Fallas. Algo más de 1/4 de entrada en tarde ventosa. Se lidiaron seis toros de Alcurrucén, desiguales de presentación y juego. Manso y manejable el 1°, con movilidad el 2°, inválido el 3°, muy soso y débil el 4°, con transmisión el 5° y con genio y venido a menos el 6°.
  • Álvaro Lorenzo (grana y oro): ovación con saludos tras petición en ambos.
  • Luis David Adame (blanco y plata): vuelta al ruedo tras petición y ovación con saludos tras petición.
  • Pablo Aguado (marfil y oro): oreja y palmas.
  • Se guardó un minuto de silencio tras romperse el paseíllo en memoria de Antonio de la Torre, mozo de espadas del matador de toros local Vicente Barrera.

 

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