Por el piton derecho
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'Miota y Moset: el que la sigue, la consigue'
Javier Guijarro

'Miota y Moset: el que la sigue, la consigue'

Leo Cortijo | La Tribuna de Cuenca

El que la sigue, la consigue. Y no será porque Pedro Miota no lo ha peleado hasta la última gota de sudor y con el cuchillo entre los dientes. Mejor dicho, lo sigue peleando... En un salto al vacío sin red pero con el paracaídas del que lucha por sus sueños, adquirió hace unos años la ganadería de Curro Fuentes, la hizo suya de principio a fin –con su nombre y apellidos– y en el camino está de obrar ese 'milagro' llamado toro de lidia que le desvela por las noches en su búsqueda constante para regalar embestidas a los toreros. En este pedregoso y tortuoso camino ha visto cómo ha perdido gran parte de lo que más quería –una estrella que ahora le bendice desde el cielo–, pero ahí sigue el bueno de Pedro. Inmortal como el tiempo, inalterable como la historia. Al final, a la gente buena les pasan cosas buenas. Persevera, amigo, que de bondad vas sobrado.

Fue su tarde, y es que nunca antes había lidiado en un compromiso de esta envergadura. Como también lo fue la del novillero Daniel Moset. De apellido ilustre en estos lares, el joven conquense, que lo ha mamado desde niño en casa, sabía que no podía guardarse nada dentro y que debía demostrar que lo que se venía viendo en los últimos meses en unos cuantos certámenes y bolsines no era flor de un día. Daniel tiene algo dentro muy valioso y se muere por sacarlo. Ojalá que el tiempo y este sistema a veces tan podrido e injusto le pongan en el lugar –ni más ni menos–, que se gane en el ruedo. Que no le den, pero que tampoco le quiten. Seguro que por él no va a quedar. Aplicamos la misma lógica que con el criador de bravo, y es que el que la sigue, la consigue.

A por todas desde el primer momento salió un Moset entregadísimo con una plaza que no pudo arroparle con más fuerza. Vimos hasta un quite por colleras y lucidez en banderillas antes de una labor que brindó al maestro Curro Fuentes. El ejemplar de Miota estuvo a la altura de las circunstancias, y es que no pudo ser más bravo, encastado y enclasado. Lo tuvo todo para disfrutar y así anduvo con él Daniel, muy bien por momentos, sobre todo cuando lo sometió por abajo, se ciñó y templó con gusto. El secreto era cruzarse al pitón contrario y romper en los infiernos de la plaza. Lo entendió en buena parte de su obra, que fue de menos a más, y que dejó pasajes realmente meritorios en el toreo fundamental, con la planta aplomada y encajada.

El Gali dio una vuelta al ruedo merced a una voluntariosa faena al Ujier que abrió plaza, que acometió con repetición y un punto de codicia más que interesante. Buenos pasajes con la diestra especialmente, no tanto al natural, donde faltó cierto acople. El enjuto novillero de Málaga se las vio con un ejemplar de Miota de nota en la muleta, un 'bombón' con el que disfrutar, y al que no pasaportó de la manera más correcta.

Alejandro Casado se presentó en Cuenca con dos largas cambiadas de rodillas al Carteador que hizo segundo, luciéndose con la capa. Con la muleta anduvo firme y entregado, sabiendo tocar las teclas de un novillo que las tenía… y no pocas. Le exigió al joven de la Escuela de Guadalajara y éste correspondió con solvencia por ambos pitones. Eso sí, alargó faena en exceso y el novillo, que no era tonto, le echó mano y le propinó una voltereta de la que salió airoso.

Dennis Martín pechó con el montado y aquerenciando Descansado, desentendido tras cada lance. Por eso la instrumentación muleteril resultó ser una porfía compleja en la que estar digno era premio notable. Movió la pañosa siempre desde la corrección por los dos pitones del novillo, que lo protestó casi todo a media altura. Faltó lucidez y pulcritud. Pedro de la Hermosa recibió a portagayola a Incautado, que le propinó un volteretón sin mayores problemas. Luego hilvanó series con la figura erguida y recta, en un concepto loable del toreo. Se metió entre los pitones y muleteó con cierto gusto la noblona embestida del burel, que se dejó. Cierto es que al parlamento el faltó rotundidad y apostar definitivamente por parte del espada.

Simón Andreu destacó con las banderillas que colocó a Fanático, quinto de la tarde. Al de Valencia se le vieron unas formas mucho más hechas que a sus compañeros, con varios cuerpos de ventaja. Por un lado y por otro, aprovechó las bondades de otro muy buen novillo de Miota para el último tercio. Más que bueno, extraordinario. Compuso la figura a la perfección y dibujó un trazo de muletazo de gran peso en el tendido, que el animal tomó con calidad, sobre todo cuando le obligó por abajo. Lo emborronó con la espada.

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