Por el piton derecho
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Morante, ¿qué cantan los poetas andaluces de ahora?
Foto: Plaza 1
Crónica corrida de la prensa san isidro

Morante, ¿qué cantan los poetas andaluces de ahora?

Darío Juárez | Madrid

Cantan, y cuando cantan parece que están solos. Miran, y cuando miran parece que están solos. Sienten, y cuando sienten parece que están solos. Morante, ¿qué cantan los poetas andaluces de ahora?, le debió preguntar Alberti bajando un rato del cielo para asomarse por una tronera y verle torear.

Escupía sus ráfagas de calor la M30 hacia la plaza como un soplete buscando calentar los últimos capítulos que le quedan al mes de mayo. La Monumental de Madrid luce esbelta, lumínica, alejandrina, dándole sitio a una feria que hace una semana descamisaba Fortes para que hoy, 28 de mayo, Morante aterrizara en San Isidro para recapitular en ella la historia del toreo firmando una obra cumbre en Madrid; la mejor de su carrera en esta plaza.

Valió con pasarlo una vez por el capote para decirle al Foro en el siguiente envite cómo se juega a esto. Con las manos abrazando la esclavina rompió la plaza en la primera verónica, a la que siguió una más templada y fermentada en las barricas del toreo eterno. Madrid roncaba como un troll con su lacónico olé mientras se iba sucediendo la belleza del toreo de Morante sobre un metro cuadrado de arena. Así hasta nueve verónicas, creo, todas cortas, sin dar de más y una media para soñar lo que estaba por venir. El toro de Garcigrande derribaba al caballo -siendo el primero en hacerlo en toda la feria-, sin hacer gran pelea en el segundo encuentro. Del que salía muy justo, razón por la que el cigarrero nos dejó con las ganas de haberle hecho un quite con el capote. Porque a cuerpo limpio y con el vaso en la mano fue cuando se le tuvo que hacer a José María Amores a la salida del segundo par de garapullos, con un gesto de borracha torería inalcanzable recordando la viva imagen de Gallito.

Un murmullo de expectación sacudía los tendidos de lado a lado cuando José Antonio se destocaba tras el correspondiente permiso y se dirigía a recoger al de Justo, muy justo, inválido de hecho, pero con una clase y una repetición excepcional para empezar por bordar un prólogo de trincherazos y muletazos por bajo. La naturalidad del toreo empezó a brotar en la primera tanda siempre a más en el entendimiento, hacia dentro, ligada y atemperada en una cadencia majestuosa. Compartida con la izquierda, buscando el cite en paralelo con el medio pecho, cuando no era el pecho entero al irse a buscar el pitón contrario, después de que el toro le avisara de que no era tarde para echarle mano. Y le dio igual. Por allí cayó un espléndido molinete como antesala a una última tanda redonda, cuajada de principio por el derecho, para abrochar por bajo antes de dejar una estocada que acabó entera cuando se la tragó, atravesada y un tanto contraria. Morante le tenía cortado un orejón de ley seguro, aunque le pidieran las dos. Pero el toro no se echó y el sevillano tuvo que hacer uso del descabello, acertando en el tercer intento. Una mayoría de pañuelos solicitaron la oreja que el presidente no atendió.

La plaza era un hervidero de comentarios y sensaciones por la obra que se acababa de presenciar, aunque a muchos otros les faltaran las palabras. Con un no hay billetes colgado, sólo respondieron tres al ¡Viva España! que salió de la garganta de alguno mientras Talavante veía como se le desfondaba en vida su oponente, por llamarlo de alguna manera. A todo esto, a Rufo se le iba un notable toro, como fue ese 3º al que no entendió ni se puso en el sitio a torearlo, desaprovechando una vibrante y galopante embestida.

El escurrido 4º, por el que esperaba todo el mundo, salió haciendo cosas raras, sin fijeza, despistado y a Morante no le gustó. ¿Queréis ver al toro? Pues que os lo enseñe Curro Javier, nos dijo sin decirnos el de La Puebla. Con el estoque de verdad, lo pasó un par de veces y montó la espada. La división de opiniones reventó y Morante le dijo a Madrid que por hoy ya era suficiente.

Abrevió Talavante frente un 5º descastado que le hizo hilo, con el que no supo ni por dónde se andaba. El soso 6º, el más pesado de la corrida, invitó a Rufo a lo mismo ya que, además de la imposibilidad de triunfo, el público llevaba fuera de la tarde desde que vio que lo del 4º no pudo ser, aunque automáticamente su cabeza les llevara de nuevo al primer capítulo: la obra maestra de Morante en la Monumental de Las Ventas de Madrid.

Ficha del festejo:

Monumental de Las Ventas. 17ª de la Feria de San Isidro. Corrida de la Prensa. Lleno de no hay billetes. Se lidiaron 6 toros de Garcigrande, justos de presentación en su mayoría; sin fondo, faltos de casta.

Morante, de burdeos y oro: ovación con saludos tras aviso y división de opiniones.

Talavante, de verde aguamarina y oro: silencio en ambos.

Tomás Rufo, de grana y oro: silencio en ambos.

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