Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Perera tira al río un lote para mirar a Triana
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Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Perera tira al río un lote para mirar a Triana
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Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Perera tira al río un lote para mirar a Triana
Crónica Sevilla | 7ª de la Feria de San Miguel

Perera tira al río un lote para mirar a Triana

Darío Juárez

A los toros hoy se entró toreando y se salió decepcionado. Desde Triana llegaban los lodos de júbilo hasta la cola del Paseo de Colón, que los barros del capote de Juan Ortega habían llevado en volandas puente alante la noche anterior. Ramón Valencia colgaba el tercer cartel de 'No hay billetes' de la feria, con Juli, Perera y un Roca Rey como tiro de carga de la taquilla en su segundo paseíllo de este año en la Maestranza. Dos solitarias orejas pasearon extremeño y peruano de un encierro descastado y deslucido de Garcigrande en líneas generales, pero con tres toros más que potables para el triunfo por su nobleza y movilidad en el último tercio, como fueron 1°, 2°, pero sobre todo 5°.

Guadalquivir abajo se iba la Puerta del Príncipe que Miguel Ángel Perera tiró sin miramientos al agua. Un lote de triunfo gordo para haberse ido esta noche de la Maestranza mirando a Triana. A la platea quiso brindar el manso que hizo segundo y había repuchado el palo minutos antes, para desglosar el summus máximus de la noria o ese toreo -aunque duela- en ovalado que no en redondo, ligando exigentes tandas por el derecho aprovechando el tranco y la inercia colaboradora del garcigrande, para proseguir tirando líneas por el izquierdo echando el toro hacia fuera, que ya es delito, más cuando sabes que es manso y que al menor resquicio se va a rajar. Pues nada..

Más hacia fuera llevaría a ese quinto por el izquierdo, al que sus hechuras lo engalababan como la antítesis personificada de lo que comúnmente se conoce como el toro de Sevilla. Un animal feísimo, con mucho cuello, de cara acodada y sensación de abandono, que no dejó de embestir de aquí para allá en el engaño de un Perera que lo vio en el capote de Curro Javier nada más salir del caballo, volviendo a brindarlo desde los medios; lugar desde donde esperó de hinojos a Jerifalte. El recibo a la verónica, verdaderamente había sido de cualquier manera; nunca antes mis ojos vieron a un Perera tan asentado con el percal, hilando lances con armonioso empaque saliéndose hacia fuera con su par. Y también el quite mixto y bien cantado por chicuelinas y tijerillas. A los medios de nuevo. Donde decía que esperó de rodillas al de Garcigrande, fue el lugar exacto para ponderar ese fulgurante y templado inicio con el que arrancó a la banda del maestro Tejera. Jerifalte no paraba de embestir ni de mover el rabo. Pedía un torero que se rompiese en dos con él; que lo citara en un careo de verdadera recíproca entrega, que lo llevara a los confines del bien torear. Ya era tarde. Los estrujones primeros, allí se quedaron. Y la izquierda... En fin. Río abajo se perdía todo aquello que exige un toro bravo cuando un torero no sabe o no quiere dárselo. Jerifalte se iba con una oreja de más al desolladero. La de menos que paseó, por la buena estocada. Fin de la historia.

Otra se llevaría Andrés del sexto, con el que se vio al más sereno Roca Rey: ese que, mientras tenga los pitones entre los muslos y se pueda asomar al muletazo sin haber pegado uno antes, es feliz. Dos redondos invertidos durante el arrimón hicieron sonar la música tras el resurgir del letargo y el desencanto por el gran toro que se le había ido a Perera minutos antes, previo al momento de enterrar la espada a un tiempo, dejando un impasse en la arrancada para ver la muerte más clara. Con el 3°, la Maestranza se hartó de jalearle norias dándose cuenta él mismo, volviéndose a colocar y siendo consciente que lo vulgar raramente gusta en el Baratillo.

Llegaba El Juli a Sevilla con la paliza que le había dado un novillo a puerta cerrada antes de su primera cita miguelina en la ciudad hispalense. Acartelado en Sevilla y toreando desde Roquetas, se pudo ver a un Julián más que aliviado con un sobrero de Garcigrande que transmitió porque se movió, no por nada más, y al que no se enrroscó ni una sola vez por la faja. El canteo sería mayor cuando ni tan siquiera citaba de frente en el primer natural, no digo ya dónde despedía el muletazo... Por su parte, la mansedumbre y pena que daba el 4° hicieron que el de Velilla abreviara negándose a sí mismo camino de las tablas.

 

  • Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 7ª de la Feria de San Miguel. Se lidiaron cinco toros de Garcigrande y uno de Domingo Hernández (3°), de dispar presentación, y sospechosamente tocado de pitones el 6°; descastados, deslucidos, a excepción del bravo y buen 5°.
  • El Juli (frambuesa y oro): ovación con saludos tras petición y silencio.
  • Miguel Ángel Perera (verde bandera y oro): ovación con saludos y oreja.
  • Roca Rey (blanco y oro): ovación con saludos y oreja.
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