Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
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Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
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Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza
CRÓNICA MADRID | 17ª de la Feria de San Isidro

Robleño rinde Madrid al natural sin cerrar el círculo de tiza

Darío Juárez | Madrid

Arrugaba el gesto Pirri mirando las banderas, las nubes negras provenientes de Toledo y su amenazante intención de descargar su enlutado y caudaloso llanto sobre la Monumental para quedarse ya casi toda la tarde. No lo dudó el firmamento y los paraguas se empezaron a abrir cuando todavía no había salido el primer adolfo (Martín). Un toro noble, bien hecho y prominente de cara, que ya se quiso quedar cortísimo y siempre por los tobillos en el capote de un Robleño obligado a darle una lidia de corrido hacia los medios. Con un trasteo sobre las rayas, el de San Fernando de Henares tardó mucho en encontrar el click de la faena sobando y haciendo al toro cerrado, que sí activó en dos tandas finales con esos naturales y derechazos atacando al cárdeno para los adentros. Malogró lo bueno de esa faena con la espada, como así lo haría con la faena de la tarde. Pero vayamos por partes: 

El bueno de Fernando había tenido que pasar el quinario de dar muerte a la prenda marraja tercera que hirió a José Garrido, cuando éste había decidido vender su alma al diablo apostándole sin una duda, buscándolo y enseñándose con él en el suelo: "Herida por asta de toro en cara posterior 1/3 inferior del muslo derecho, con una trayectoria hacia adelante y abajo de 15 cm que produce destrozos en músculos isquiotibiales y contusiona nervio ciático", rezaba el parte de los doctores Padrós y Leirado. Y Robleño lo mató, pero quedaba su segundo, lidiado en 5° lugar. 

Aviador, como así se llamaba y como se han llamado tantos buenos toros de esta casa ganadera, había salido con pies e ínfulas cantadas de querer embestir. Con la misma alegría se arrancó al jaco, donde se quedó dormido empujando únicamente por el izquierdo sin más empleo que el citado y sin ser picado de verdad. De repente y tras un capotazo, Aviador se derrumbó. Literalmente. El 7 empezó a solicitar la devolución con las protestas, pero el tercio se cambió para que Fernando Sánchez dejara otro de los pares de la Feria. Parecía que el torazo de Adolfo se había dejado todo lo bueno de su sangre en Los Alijares, como le pasó a sus otros cinco hermanos y al sobrero de Pallarés, cuando de pronto le puso a Robleño las dos orejas en una bandeja de plata.   

Y es que, cuando Fernando, muy cerrado con el toro le echó la muleta al bigote, aquella estampa cárdena empezó a embestir templada como una máquina trucada perdiendo el hocico en la arena cual bisturí, replicando en vibración a los vuelos como si le fuera la vida en ello. Dos series templadas de naturales largos y a su altura unos, ayudados otros, pero con el diapasón de la faena en aumento hasta que, tras echársela a la diestra y enroscarse dos veces al toro, éste lo desarmó y la faena empezó a enfriarse. Madrid estaba caliente, pero cuando Fernando volvió a cambiar la mano, aquello no fue lo mismo. La tanda que tenía de más por el cortijo del pitón izquierdo se compuso de remates muy toreros, que dejaron el círculo de tiza incompleto con ese cachito que faltó y que el pinchazo, previo a la estocada, remató para desgracia del madrileño. Haber visto a ese toro como mínimo en el tercio, hubiera sido otro cantar. 

Otra tarde importantísima de Robleño que malogra con los aceros, dejando incompleto ese círculo de tiza que tiene con Madrid y con el sueño de una Puerta Grande, que hoy bien le puso su lote en bandeja de plata. 

Tras el toma y daca entre Román y la fiera tricéfala de Montalvo a la que arrancó una oreja de ley, volvía el valenciano a cerrar su San Isidro sin suerte, pero dando muestras de una evidente claridad de ideas y, sobre todo, de un valor cabal temporizado muy notable. Del mismo modo que se le vio toda la tarde, encabezando el trasteo al parado 2° al que dejó sin picar Pedro Morales Chocolate encarándose con ciertos aficionados. Un animal agarrado, que lo quiso todo de uno en uno y sólo si le ganabas el paso al pitón contrario. El 5° lidiado en cuarto lugar fue imposible: descastado, sin vida y ni con el mísero intento de hacerte una pupa. Por último sorteó el sobrero agracilianado 6° bis de Pallarés tras caerse por los suelos el titular que saltó al callejón, inservible y sin aliento para regalar una embestida. 

 

Ficha del festejo:

Monumental de Las Ventas. 17ª de la Feria de San Isidro. 3/4 de entrada. Se lidiaron 5 toros de Adolfo Martín y 1 de Pallarés, excelentemente bien presentados; descastados, blandos y muy parados. Destacó únicamente la calidad del 4°, lidiado en 5° lugar, de nombre 'Aviador'. 

Fernando Robleño, de mostaza y oro. (Ovación con saludos, silencio y dos vueltas al ruedo tras petición). 

Román, de grosella y oro. Silencio en los tres. 

José Garrido, de azul marino y oro. Herido. Pasó a la enfermería con póstumo traslado al Hospital La Fraternidad de Madrid.

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