Había expectación por ver la confirmación de alternativa de Isaac Fonseca. Un torero que tardó en cerrar negociaciones con el monopolio taurino mexicano. Demorar en ello llegó a suponer que podría hacer algo diferente, que marcaría un referente y tal vez cambiaría muchas cosas. Fue un novillero que ilusionó, más cuando su carrera la forjó en España, siendo poco visto en su país natal. Vino la alternativa, con el corazón en la mano no dudo en entregarse cada tarde y ahí había que marcar una pauta ante su innato carisma: ser o no ser. La diferencia radicaría en mostrar verdad y seriedad ante cualquier astado, sobre todo el exigente; o buscar el aplauso fácil, ése que se saca más toreando al público que al toro y el mismo que te puede dar muchas orejas pero te convierte en uno más del montón. Da la impresión que se está decantando por lo último. Solo el futuro será el encargado de decir si ello fue cierto y si era el camino correcto, pues lo único verdadero es que el toro pone a cada quien en su lugar.
Por otro lado, se presentó Sebastián Castella. El mismo que siendo ya no quiso ser, para tomar una pausa. Le vino a bien. Antes de irse se le veía algo aburrido. Ya no era y entonces llegó una tanto repentina como atinada decisión: el retiro… pero volvió. Ayer, además de solvente, se le vio gustoso. Le cortó un auricular a cada astado que mató y más allá de los premios, reafirmó que regresó para seguir siendo un torero importante dentro de la actual baraja. El tiempo dirá cuanto más podrá durar así.
Xajay seguía festejando su centenario. Como en botica hubo de todo aunque no salió el bravo de bandera que le pusiera la cereza al pastel. Mínimo hubo algo de emoción en los tendidos, sin ser cosa del otro mundo, con un balance más negativo que positivo. Pero al final pasó algo y eso, en estas épocas de crisis, ya es bastante decir.
Sebastián Castella lidió a Agradecido, que salió en segundo, un toro montado, feo y que perdía las manos en el primer tercio. El puyazo al de Xajay fue breve y sin ser puesto al caballo. Gustavo Campos destacó en el segundo tercio. El diestro galo inició su labor muleteril, después de la devolución de trastos, con maestría, por abajo. El astado fijo, con recorrido, humillaba poco y entonces la faena se realizó a media altura. El viento se hizo presente como en toda la tarde. El natural soberbio vino después de ligar un cambiado de mano, largo y casi redondo. En los posteriores naturales el burel fue más deslucido y en las dosantinas siempre con la cara alta, para terminar con manoletinas. El desplante innecesario del torero fue aventando la muleta. La estocada quedó con tres cuarto de acero en colocación arriba. Se otorgó una oreja. Con el cuarto, Suavecito, el recibimiento con lances y chicuelinas hizo presentir que la faena sería importante; sin embargo, en el último tercio el toro cambió de lidia, poco transmitía ante su descastamiento. Castella provocando la embestida e insistiendo logró conectar con el tendido. La estocada fue entera, nunca llegó el aviso que debió de sonar y la oreja se concedió ante la petición mayoritaria que hizo una gran entrada.
Leo Valadez recibió al tercero anovillado, Gordolobo, con capotazos de los que salía huyendo y chicuelinas. Los dos puyazos también fueron sin colocar al burel. El de Xajay poco duró sin querer salir a tablas. Los mejores muletazos fueron por el pitón izquierdo y con la derecha cuando le ligaba para que no se le fuera el astado. Dio la sensación de que faltó esa tanda que hiciera romper la faena. Las manoletinas fueron de pie y de rodillas al noble burel. Pinchazo, media estocada y el torero de Aguascalientes saludó al tercio. A Limonero, el quinto, fue a recibirlo con una larga de rodillas en los medios. El de Xajay, que también era feo, recibió el puyazo sin meter la cara abajo. El quite fue de chicuelinas con tafalleras. El diestro cubrió el segundo tercio. El astado era andarín y pasaba con la cabeza arriba en el último tercio. Valadez no lo vio del todo claro, no estuvo certero con la toledana y mató de un descabello, escuchando un aviso.
Isaac Fonseca confirmó con el toro Bendita Libertad. Lo recibió con tres largas de rodillas en los medios, chicuelinas y remate con media verónica. Después de la ceremonia de cesión de avíos brindó al público, pidiendo silencio al cotarro y bajo el grito de: “Señoras y señores, ¡Viva la tauromaquia! ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”, algo sin duda inusual. Inició su faena de muleta con cambiado de rodillas. El de Xajay tenía embestida descompuesta, sin emplearse del todo y el torero tampoco lo entendió por completo. Alargó el diestro moreliano en su intento de agradar. Algo embarullado tuvo poco aseo. Mató de pinchazo y estocada en buen sitio. Saludó al tercio. Al bien hecho castaño que cerró plaza, Doceavo, lo recibió con un enredado toreo de capa. Al astado le dieron un piquete por puyazo. Fue bullidor el quite con el capote a la espalda. En el último tercio el de Xajay exigía poder y mando en la muleta. Vinieron los desarmes y las series cortas que no beneficiaron. Al burel no le pudieron, fue dueño del ruedo y el matador acusó su verdor. La estocada fue entera.
Ser es poder irte de los toros, regresar y pasar por un buen momento. No ser es no llegar a figura.