Se conmemoraba el 74º aniversario de la inauguración de la monumental plaza de toros La México. Se esperaba mucho del cartel y la verdad sea dicha, en términos generales, resultó una mala corrida. Los toros de Jaral de Peñas cumplieron en trapío. La corrida fue variopinta y de armoniosas hechuras, pero lamentablemente decepcionaron en su comportamiento, salvando un poco el primero y el que cerró la larguísima tarde. La entrada tampoco fue buena teniendo en cuenta lo que significa en el calendario taurino esta fecha.
El primer espada fue Uriel Moreno El Zapata, que aún cuando quiso ser variado en su toreo, quedó por debajo de las embestidas por momentos encastadas de Belenero. Si bien también se pudo hablar de una embestida sosa, el tlaxcalteca no terminó por encontrar la cuadratura al círculo. Entera tendida y un golpe de descabello para retirarse en silencio. Con Legado estuvo muy en El Zapata, variado con el capote y eso se agradeció. Buscó agradar colocando las banderillas que resultaron espectaculares y aplaudidas al grado de dar una vuelta al ruedo. Todo parecía indicar el que toro iba a funcionar porque inició acometiendo con fuerza y buen son en la muleta, pero se lastimó la mano izquierda y cambió totalmente su manera de embestir comenzando a defenderse y ahí todo terminó. Dos pinchazos y dos golpes de descabello para escuchar algunas palmas.
Antonio Ferrera fungió como segundo espada. Virtuoso fue el primero de su lote y con él mostró mucha paciencia ya que el animal no terminó por definir sus embestidas, pues mostraba cierta descoordinación en las manos. Muletazos de uno en uno aguantando por momentos cuando el toro hacía parones y soltaba la cabeza. Lo mejor fue la suerte suprema, desde la preparación, la ejecución recibiendo y la colocación; todo fue perfecto. Oreja que por la pura estocada, vale. Con Teólogo sacó algunas gotas de agua a una piedra. Y es que Ferrera en México ha hecho de la paciencia su mejor aliada. Hay que mencionar que al final intercaló tandas por ambos pitones al natural. Lo mejor, un muletazo por delante, por bajo, flexionando una pierna. Pinchazo en todo lo alto y un golpe de descabello certero pero con una preparación muy torera. Oreja excesiva para en suma salir en hombros.
Morante de la Puebla mostró con Indulgente, un toro débil, ese toreo de empaque único. Detalles que fueron desde un molinete con garbo, pasando por tres derechos con la barbilla encajada en el pecho, hasta un cambio de mano por delante que es digno de una pintura. Se tiró a matar dejando una entera caída y tendida para que se le otorgara una oreja. Asturiano era su segundo, un precioso ensabanado que fue devuelto por el simple e increíble hecho de ser protestado por algunos de los presentes. El primer bis, de nombre Perdigón, resultó ser un manso de libro que mantuvo en jaque a la cuadrilla y permitió ver al Morante que más se ve en la actualidad. Hizo bien al abreviar; dio un par de muletazos, puso en suerte al toro y se tiró a matar sin pensárselo. Dos pinchazos, tres golpes de descabello y un aviso para escuchar pitos.
Completaba el cartel Octavio García El Payo, que con Corintio estuvo voluntarioso, sin embargo el animal no tuvo transmisión. Faena derechista que se perdió en el momento en que el toro terminó con la cara arriba. Entera trasera y tendida. Silencio. Peregrino, que cerró plaza, fue el que tuvo mejor tranco en cada embestida y transmitió. Fue pronto mientras tuvo fuerza para embestir. El Payo dejó claro la enorme clase que tiene y el gran momento de madurez que vive, pero también que no termina de romper y dar un verdadero golpe de autoridad. Le fue enseñando al toro a embestir y logró dos tandas de buen corte por el derecho, templando y ligando. Un desdén con mucho aroma. Se fue apagando la faena y se tiró a matar dejando una entera desprendida para echar a perder lo hecho. Palmas.