El toreo a caballo, hoy por hoy, se divide en dos universos, que son paralelos, porque ambos convergen y se dan en el mismo plano tanto espacial como temporal. Uno es el que comanda Diego Ventura con mando de hierro, posiblemente, el mayor genio de la historia del arte de Marialva. Lo que dispone en el ruedo está muy lejos de ser –en algunas ocasiones– físicamente posible. Básicamente, su sobresaliente dominio de los caballos y su forma de sacar agua hasta de un pozo vacío parece de otro planeta. Es único, sin más. En el otro universo, todos los demás. No hay rejoneador que se le acerque ni a varios años luz. Rui y Lea fueron dos ejemplos de ello. A su lado, parecen insignificantes y su toreo, mucho más terrenal, según informa Leo Cortijo para la Tribuna de Cuenca.
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