No le permitió Mafioso dejarle salir de su cara a Cándido Ruiz, banderillero de David de Miranda, cuando ni siquiera los arpones de ese primer par le habían roto el pelo. El de Murteira lo estaba esperando y enseguida hizo presa de él, infiriéndole una cornada "que llega de la parte derecha del abdomen hasta la axila, con la posibilidad de verse afectadas alguna costillas. Dos heridas por asta de toro que podrán llegar a 20 una y otra corrida de 50 centímetros fácilmente. Se le ha trasladado al Hospital de San Sebastián, para seguir con las pruebas. Afortunadamente, no afecta a ningún órgano importante", rezaba el parte en boca del doctor Monsalve.
Cándido era trasladado rápidamente por las cuadrillas a la enfermería, mientras sobre el ruedo se quedaba Mafioso con su matador, David de Miranda. El toro, que había apretado en el jaco de Rafa Carbonell para acto seguido demostrar su poder en ese tercio de rehiletes brutalmente accidentado, embestía con todo a la muleta del onubense, muy obcecado en los terrenos de cercanías y lejos de dar forma y fondo a una lidia compleja por la exigencia del animal, que no regaló ni las 'buenas tardes'.
El 4°, como toda la corrida a excepción del 6°, no humilló nada. Quiso David que fueran dos cambiados por la espalda desde los medios lo que sirviera como prólogo de una faena que se quedó ahí. Pues el matador no supo acoplarse con el de Murteira, que pasaba con la carita a media altura, pero no se comía a nadie.
Aterrizaba Colombo en Azpeitia después de saborear las mieles del triunfo en una plaza de primera como Pamplona, tras salir a hombros con la corrida de Miura. Al venezolano le sienta bien el norte, sus peñas y su jolgorio, con los que rápido se entendió con los paupérrimos tercios de banderillas, a toro pasado y mal colocadas la mayoría de ellas, saliendo airoso de ese último al violín, por dentro, cuando el de Murteira le tiró ese derrote seco que le rasgó la taleguilla y le propinó un varetazo en el glúteo izquierdo. El animal estaba sin picar, Colombo lo sabía y le sacó todo por abajo, poniéndole mucho al natural hasta que, en la cuarta tanda, el toro se rajó. Se tiró muy recto y la oreja cayó.
La otra, después de otro tercio para la galería y tras el brindis a la peña que se instala a la derecha de la bocana del patio de caballos, llegaría por otra puñetazo con la espada desprendido, previa a una faena venida a menos después de las carreras de fondo en el tercio anterior que se dio el toro por el ruedo. Y que inició bien y en torero, sacándolo para los medios con gusto, ligando además dos primeras series queriendo llevarlo por abajo, sometido siempre. Pero el toro no dio para más y a Colombo se le agotó la paciencia de la mesura, empezando a pegar trallazos con las dos manos muy jaleados, que acabaron con unas manoletinas y un desplante en la misma cara del burel. Oreja con fuerte petición de la segunda que, acertadamente, el palco no atendió.
El toledano Ángel Téllez se topó de frente con el inservible por descastado 3°, al que todavía le robó algún pasaje notable con esa, su mano izquierda. Como se los robó con la diestra al apretado y muy bien presentado 6°, en una faena de menos más, regalando muletazos con gusto entre los pitones, con el toro respondiendo y sin dar sintomas de asfixia, sorprendentemente, y de frente y a pies juntos por el contrario. Lo pasaportó con un bajonazo que celebró.
* Ficha del festejo:
Plaza de Azpeitia. 2ª de la Feria de San Ignacio. Se lidiaron 6 toros de Murteira Grave, desiguales de presentación y juego dispar. Destacó la calidad del 5°, fundido en banderillas.
David de Miranda, de azul marino y oro. Ovación con saludos tras aviso y silencio.
Colombo, de verde hoja y oro. Oreja y oreja con fuerte petición de la segunda.
Ángel Téllez, de grana y oro. Silencio en ambos.