Por el piton derecho
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Un epopéyico Román echa el cierre en Carabanchel
CRÓNICA VISTALEGRE | última de feria

Un epopéyico Román echa el cierre en Carabanchel

Darío Juárez

Costaba no entrar en Vistalegre sin retrotraerse unas horas o unos días atrás y seguir hablando del poso, peso y trascendencia que ha tenido ese ramillete de toreros clásicos o "de arte" que han dejado su pinturera torería en el platillo del Palacio de Vistalegre durante estos once días. Cómo no, de los milagros obrados por las manos y la heroicidad del doctor Crespo y su equipo médico, los cuales no harían en la última de feria el ademán de colgar la bata antes de tiempo, pues la cinqueña corrida de Adolfo se las trajo y parió en Carabanchel la emoción del peligro de la casta. Román, el protagonista en una tarde en la que emborrachó de entrega a sus dos toros y al escaso respetable que se citó en La –antigua– Chata.

Adolfo Martín volvía a lidiar en Madrid, pero no en Las Ventas, con una corrida muy por encima de la plaza, de la que, perfectamente, tres o cuatro hubieran sido dignamente aprobados en la Monumental. Dos burladeros se quiso comer el segundo adolfo antes de llegar al capote de Román. El valenciano hacia efectiva la intención de querer hacer embestir al cárdeno dándole una lidia para él y acorde a esa tendencia tardita y probona que traía. En los medios se palpaba el origen rito. La verdad de un hombre frente a la fiereza de una bestia bóvida que no regaló una sola embestida sin saber lo que se dejaba detrás. La soledad del miedo frente a un destino incierto hacía levitar a un Román que buscaba el pitón contrario sin discreción ni alivio de luto para robarle muletazos al toro, antes y después de estar a punto de mandarle al hule. La emoción del peligro del de Adolfo y la raza del valenciano teniendo arrestos para consentirle cada embroque y cada trazo, teniendo más que claro que le iba a coger. El único pero sería esa mala espada con idéntico guión en el capítulo 5°.

Román ya nos había dado en el 2° el titular provisional de la tarde, pero quedaba algo más: hacer historia en Madrid rindiendo honores a la entrega y a la verdad, dando lidia a un quinto adolfo que empezó humillando y desplazándose en el recibo, y que acabó barriendo para casa y rebañando todo lo que podía en el trasiego de su paso, con unas miradas que, simultáneamente, medían en centímetros y en libras al matador valenciano. Román tiraba el último real de a ocho al cielo de la cubierta, dando otro paso al frente con brochazos de arrebato mostrando al toro por ambos pitones. Por el izquierdo se sucedieron dos tandas de uno en uno de pitón a pitón, solemnemente colmadas de una importancia y una intachable entrega.

De su blanco y plata, al igual que Román, hacía el paseíllo Juan del Álamo en Vistalegre, después de más de un año en el dique seco. Mejor sensaciones no pudo dejar frente al tacazo veleto que abrió plaza. Con inteligencia le fue abriendo los caminos en el capote para sacarlo a los medios, antes de llegar al peto de un Alberto Sandoval que obró de manera primorosa sobre la cabalgadura, como así lo haría de idéntica manera su compañero Ángel Rivas frente al 5°. El perderle pasos tras el muletazo sería la clave precisa que buscó el salmantino para engatusar al cárdeno, dejando por allí una muy templada y armoniosa serie por el izquierdo citando con los vuelos ante la ausencia de toques. Entregado Del Álamo que pinchaba una faena de premio.

Menos entrega demostró con el que posiblemente pudo haber sido el mejor toro de la tarde e incluso de la feria, si se le hubieran hecho las cosas bien. Cosa que no pasó. Madroñito traía en su nombre el Olimpo de una gran reata y en sus hechuras el amor a primera vista por un toro bravo: bajito, lomo recto y astifino, mostrando una humillación categórica desde que salió de la manga de toriles. Recibió un gran puyazo de Ángel Rivas, haciendo el de Adolfo una señora pelea que invitaba a ponerlo una segunda vez como así se lo pidió Vistalegre. Todo marchaba bien hasta que la intención por colocarlo en los mismos medios hiciera entre medias se llevara 8 o 10 capotazos de más en el terreno de tablas, más el quite de Román que acabaría acusándolo después en la muleta, volviéndose probón y muy incierto. Juan del Álamo no mostró esa entrega que pedía el toro para hacérselo de verdad. El salmantino le dudaría mucho a este Madroñito que acabó muy orientado desde que tomó el primer capote tras salir del caballo por primera vez.

Tal y como se vio en sus dos compañeros, José Garrido también hacía destocado el paseo con el capote de seda. El extremeño no tuvo suerte con ninguno de los dos de su lote. Si muy descastado, aburrido y podido desde la lidia fue ese pavo 3° que no le dio opción de nada, el fino y lavadito 6° le complicó el trasteo con una embestida descompuesta a la que acabó lo mandó y dando forma con dos buenas tandas por el derecho, pero ya era tarde. Si lo hace antes...

 

  • Palacio de Vistalegre. Última de feria. 1/4 de entrada. Se lidiaron seis toros de Adolfo Martín, muy bien presentados, ásperos, complicados, descastado el 3° y un 4° con buen aire que se quedó en la mala lidia que se le dio.
  • Juan del Álamo (blanco y plata): vuelta al ruedo y silencio.
  • Román (blanco y plata): ovación tras aviso y ovación tras aviso.
  • José Garrido (azul marino y oro): silencio y silencio tras aviso.
  • Destacaron los tercios de varas de Alberto Sandoval con el 1°, Ángel Rivas en el 4° y de Óscar Bernal con el 6°. Se desmonteró Roberto Martín Jarocho tras parear al 4°.

 

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