Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
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Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!
Crónica Sevilla. 11ª de la Feria de Abril

Y el triunfador es... ¡Ricardo Gallardo!

Luis Miguel Parrado

Hay que ver la feria de toros embistiendo que llevamos. Y qué pena que en algunas tribunas se tapen los éxitos de los ganaderos con tal de congraciar a los toreros sea como sea. Ellos sabrán, porque no se puede tapar el sol con un dedo. Hoy, por ejemplo, Ricardo Gallardo echó tres... y casi cuatro toros de categoría, con algunos verdaderamente excepcionales. Si no hubiera embarcado al cuarto, que ya levantó suspicacias vistas las fotos de corrales donde se apreciaba un cuerno derecho que después se partió contra el peto justo por el lugar sospechoso, estaríamos hablando de un chapeau absoluto para él. Vamos, que echó hasta un lote de clara Puerta del Príncipe.

Le cupo en suerte, cómo no, a López Simón, que se lo dejó ir enterito a pesar de que a ambos les dio un montón, y grande, de muletazos. El tercero, castaño, camino de los seis años y con mirada de hombre, rompió a embestir en la muleta con casta y transmisión, obedeciendo a los toques, humillando con buena clase y, encima, durando mucho. Hablando claro, era para cuajarlo y cortarle las dos. ¿Qué pasó? Pues que el madrileño se perdió en una faena larga, donde unos pasajes surgían más apretados, otros menos; unos más atemperados, otros no tanto y, sobre todo, unos con más temple y otros con mucho menos, llegando a veces a escupir las embestidas en vez de reunirse con ellas para cuajarlo. Ya al final buscó el recurso de no dejarlo parar y ligar sin parar. Eso, junto a una estocada efectiva hizo que algunos le pidieran una oreja, pero el presidente, en su sitio, mantuvo la categoría de la plaza. Por si había quedado alguna duda cerró plaza un cuatreño de bella hechura que empezó a embestir con categoría desde el primer muletazo, y tuvo muchos. De todos, uno recuerda la segunda tanda por el derecho, donde se atemperó y llevó con temple las embestidas por abajo y hasta el final, que era lo que debió hacer de principio a fin. Fue un espejismo, porque a partir de ahí aquello se inundó de muletazos vulgares, donde faltaba gusto y reposo para alcanzar el triunfo que el animal llevaba en sus pitones. Los antiguos revisteros habrían dicho que era un toro de cortijo. Y yo, la verdad, no encuentro mejor definición para el sublime Protestón.

Para cuando las mulillas se lo llevaban entre una ovación, El Fandi ya había cortado una oreja al quinto, que también fue de categoría. Apenas picado, Fandila protagonizó, al igual que había hecho en su otro toro, un tercio de banderillas donde dejó claro que conjuga como nadie en la actualidad potencial físico y conocimiento de los terrenos. Metió al público en faena desde el primer instante, porque citó de rodillas y le endosó cuatro circulares en uno. Después anduvo con la solvencia acostumbrada, brillando en varios muletazos al natural, pitón por el que Ocurrente embestía con usía. Encima recetó una media que rememoró aquella Estocá de la tarde, de Benlliure, de la que el toro salió como fulminado por un rayo. Agrio había sido su primero, que embistió por dentro desde salida, lo que acrecentó cuando se puso delante de él con la muleta. A base de oficio le tapó defectos, y hasta acabó haciendo parecer mejor de lo que era a un animal que acometía dando coba y sin ir metido de verdad en los trastos.

Por delante actuó Antonio Ferrera, que pechó en principio con un toro muy manso en los primeros tercios, pero que después se centró en la muleta, a la que acometió metiendo la cara por abajo y con transmisión. Anduvo con mucha prosopopeya el extremeño, ora empezando la faena directamente al natural, ora toreando con la diestra sin la ayuda de la espada y la muleta cogida muy cerca del cáncamo... pero lo cierto es que aquello nunca llegó a antojarse rotundo. Es más, pareció que el toro, que pedía otra distancia y quizá sacarlo un poco más de los adentros, tenía dentro mayor partido del que su matador llegó a obtener. El cuarto fue deslucido, se partió uno de sus cuernos contra el peto –suerte que era largo y aquello pareció menos escandaloso de lo que era– y luego embistió sin gracia a la muleta de un Ferrera que tampoco prolongó aquello más de lo necesario.

 

  • Sevilla. Real Maestranza de Caballería. 11ª de la Feria de Abril. Dos tercios de plaza en tarde de sol y calor. Se lidiaron seis toros de Fuente Ymbro, bien presentados, con tres ejemplares excelentes salidos en 3º, 5º y 6º lugar. Manso encastado el 1º, complicado el 2º y deslucido el 4º. Pesos: 590, 538, 518, 520, 544 y 570 kilos.
  • Antonio Ferrera (azul noche y oro): Ovación con saludos y silencio.
  • El Fandi (berenjena y oro): Ovación con saludos y oreja.
  • López Simón (azul marino y oro): Vuelta al ruedo tras aviso y ovación con saludos tras aviso.

 

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