La novillada del Alfarero de Oro que suponía el quinto episodio del certamen recuperó la esencia de un espectáculo que sigue creciendo como referente. El desafío de San Martín y Dolores Aguirre recuperó el novillo de impresión y ovación de salida por su trapio. La Villaseca más pura de siempre.
Con ellos volvió a cundir el pánico en lidias desordenadas en los turnos de Lavado y Cristian Pérez. Lo imponente del animal marca unas distancias claras para mal. Pero también para bien y ahí destacó la firmeza de un buen Alejandro Adame. Entregado y ordenado dio todo lo que tenía ganándose el favor de la gente. Sólo la espada le alejó del triunfo grande. Villaseca se entrega a quién lo da todo.
Los astados dieron opciones en diferente medida permitiendo una más que interesante tarde de toros. Por tardes así Villaseca sigue siendo lugar de peregrinación de la Francia más torista y del aficionado ávido de emoción.